Un visitante interestelar permitirá nuevas observaciones científicas, aunque solo será detectable con telescopios y transmisiones especializadas
CHILE – El cometa interestelar 3I/ATLAS, proveniente de fuera del sistema solar, alcanzará este viernes 19 de diciembre su punto de máxima aproximación a la Tierra, ubicándose a unos 270 millones de kilómetros. Aunque su paso no representa peligro alguno, su cercanía relativa lo convierte en un momento clave para la investigación astronómica mundial, marcando una nueva oportunidad para estudiar un objeto considerado uno de los más antiguos jamás observados.
El fenómeno no será visible a simple vista debido a su débil luminosidad, pero podrá seguirse mediante transmisiones en línea y telescopios especializados. El Proyecto Telescopio Virtual emitirá una observación en directo desde Italia a partir de las 04:00 UTC del 20 de diciembre (01:00 en Chile), siempre que las condiciones meteorológicas lo permitan.
Un objeto extremadamente antiguo y de origen externo al sistema solar
Especialistas estiman que este cuerpo podría ser más antiguo que el propio sistema solar, con una edad potencial 3.000 millones de años superior a los 4.600 millones de años del sistema solar, según la Agencia Espacial Europea (ESA). Para el investigador del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC, Josep Maria Trigo-Rodríguez, se trata de “una especie de eslabón perdido”, un objeto prístino expulsado de su sistema planetario hace miles de millones de años.
Descubierto el 1 de julio por el sistema de vigilancia ATLAS desde Río Hurtado, Chile, el cometa inició un exhaustivo seguimiento científico. Su detección lo posiciona como el tercer objeto interestelar observado, después de ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019).
Telescopios y misiones espaciales siguen su trayectoria

El 3I/ATLAS ha sido analizado por múltiples instrumentos, entre ellos los telescopios espaciales Hubble y James Webb, el satélite TESS, la misión Mars Express, el observatorio solar SOHO y la sonda europea Juice, en tránsito hacia Júpiter.
Según Gerónimo Villanueva, científico planetario del Centro Goddard de la NASA, comprender su composición “abre una ventana a cómo se forman los planetas fuera del sistema solar”.
Un estudio preliminar liderado por Trigo, disponible en arXiv, propone que el cometa podría presentar criovolcanismo, es decir, emisiones de hielo y gases que explicarían su aumento de brillo al acercarse al Sol. Estas observaciones indican posibles procesos de alteración acuosa y momentos en que el cometa “despertó de su letargo” al iniciarse la sublimación del hielo de agua.
Observación desde la Tierra: difícil pero posible

Aunque su distancia lo vuelve imperceptible a simple vista, el cometa podrá observarse con telescopios de tamaño medio en cielos oscuros y con coordenadas precisas. Trigo advierte que su débil brillo exige planificación y equipo adecuado.
El objeto será observable antes del amanecer durante las próximas semanas y meses, hasta la primavera boreal de 2026.
Debate por teorías no confirmadas
La aparición del 3I/ATLAS también alimentó teorías sobre un posible origen tecnológico. El astrofísico Avi Loeb, de Harvard, ha planteado hipótesis alternativas, lo que ha generado debate en la comunidad científica.
Ante esto, Trigo sostiene que tales conjeturas “han sido una desgracia para la ciencia”, subrayando que toda la evidencia obtenida con grandes telescopios confirma su naturaleza cometaria. La NASA reafirma esta conclusión: “El objeto es un cometa. Todas las evidencias apuntan a que es un cometa”, declaró recientemente su administrador asociado Amit Kshatriya.

