El Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC). En el último informe publicado esta semana, una de las conclusiones que se desprende es que «la epidemia (del virus del Ébola) no ha alcanzado todavía su punto máximo y se encuentra en la actualidad en una fase de rápida propagación».
Una conclusión que confirma las previsiones pesimistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ayer comunicó que las muertes por ébola ascienden ya a 4.447, mientras que el número de contagiados confirmados es de 8.914. Una cifra que a lo largo de esta semana superará los 9.000 casos, según advirtió la OMS.
Varios son los motivos, pero el principal es que el virus del Ébola se está expandiendo como la pólvora en las capitales de Liberia, Sierra Leona y GUinea. Una expansión alarmante, ya que el contagio es más difícil de controlar en las capitales, al ser donde se concentra mayor población, tal y como explicó Bruce Aylward, director general adjunto de la OMS.
Aylward hizo hincapié en que el próximo mes de diciembre podrían llegar a producirse entre 5.000 y 10.000 casos de infectados a la semana, frente a los 1.000 casos que de promedio hay en la actualidad, y advirtió de que si la respuesta internacional no se intensifica en los próximos dos meses, muchas personas morirán. Máxime cuando la tasa de mortalidad del brote de ébola se ha elevado al 70 por ciento, frente a las estimaciones previas de un 50 por ciento.
La ayuda en estos países resulta clave. Por ello, con el fin de evitar que algunos profesionales sanitarios opten por no ir a estos países, Reino Unido y Estados Unidos van a construir centros de salud en Sierra Leona y Liberia, respectivamente, para atender a los pacientes internacionales que se hayan infectado, tal y como avanzó Aylward. Una decisión, que según el experto, se ha adoptado para intentar atraer al mayor número de expertos internacionales posibles hasta estos países donde el virus se expande de una forma alarmante. Se trata, en definitiva, de despejar las posibles dudas que los profesionales sanitarios pudieran tener sobre si ir o no a ayudar a un país afectado por el tratamiento que recibirían si llegan a infectarse y por la celeridad con la que tendrían acceso a él de no poder ser repatriados a su debido tiempo.