La invitación está instalada en cada estación de metro de Río de Janeiro y habla de cómo ajustar los tiempos de traslado en los que la Copa se juegue en la ciudad carioca. Le pide a los transeúntes que se acomoden, que se vienen Jornadas distintas, únicas. Que desde hoy y hasta el 13 de julio, el fútbol es lo más importante.
Es una señal de que el ambiente de Mundial al fin se instaló en Brasil 2014.
Pero la fiesta no comienza en Río, sino que a 430 kilómetros de la ciudad donde sí pondrá término al certamen. Sao Paulo recibirá el partido de apertura, entre el combinado local y Croacia, que se juega a partir de las 16 horas de Chile. Estadio repleto, puesto que además del duelo deportivo, también se espera una ceremonia llena de colorido y con la presencia de figuras de la música popular, como Pitbull y Jennifer López (esta última amenazó con no cantar, pero finalmente sí será parte del espectáculo).
Si bien el Mundial es tema principal, el brasileño común sigue haciendo su vida. Y con más dificultades que antes, puesto que es más duro moverse por ciudades que, por tradición, tienen un tráfico difícil. En Río de Janeiro resulta caótico. Tacos de más de seis kilómetros, autobuses repletos, largas filas para esperar una máquina que puede completar en dos horas y media recorridos que hace unos meses eran de 45 minutos a una hora.
En ese sentido, los contrastes en ciudades como Río o Sao Paulo llaman mucho la atención. En el caso de los paulistas, las autoridades de gobierno tuvieron que hacer un esfuerzo importante para terminar con la huelga de los funcionarios del metro. En Natal, en tanto, los choferes de buses amenazan con iniciar desde hoy un paro indefinido.
Quizás los mismos vecinos de quienes prometen protestas y movimientos durante la Copa son los que adornan los barrios más populares de las urbes más poderosas de Brasil. Guirnaldas y banderas le dan color a las calles de las favelas. Porque el fútbol en Brasil es sinónimo de la alegría del pueblo. Y eso se ratifica en cualquier escenario.
“No tendremos la menor contemplación con quien crea que puede cometer actos de vandalismo o impedir el derecho de la mayoría de disfrutar la Copa del Mundo”, fue la advertencia que lanzó la presidenta Dilma Rousseff a los líderes de movimientos de sociales que, incluso, aseguran que podrán interrumpir la inauguración en el Arena Corinthians. La seguridad se redoblará para ello no ocurra. Una medida que se extiende a todas las instalaciones oficiales del campeonato.
Justamente el estadio que alberga la apertura de Brasil 2014 ha sido uno de los mayores focos de discusión previo al certamen. El retraso en su entrega (hasta ayer todavía se completaban algunas obras) y los dos obreros muertos durante su remodelación encabezan la lista de quejas contra la organización. De hecho, sólo seis de los 12 recintos del Mundial cumplieron con los pasos que pactó la FIFA.
Al menos la cita de inicio parece que saldrá a la perfección. De lo contrario, de nada habrán servido las 20 horas de ensayo por cada minuto de presentación, las 15 costureras contratadas para manipular 120 mil metros de tejidos, 50 mil metros de hilos, 50 mil piedras y cristales decorativos y 300 metros de cremalleras.
Hoy no puede fallar nada. La fiesta debe ser redonda. En las calles, la vida de los brasileños ya cambió por la Copa del Mundo.