El tornado que sorprendió a la comunidad de Puerto Varas el pasado domingo 25 de mayo, con vientos que superaron los 170 km/h y dejaron un saldo de 19 personas heridas y más de 250 viviendas dañadas, volvió a evidenciar una brecha crítica en la capacidad del país para anticipar este tipo de fenómenos: la ausencia de radares meteorológicos especializados.
Aunque la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) había advertido sobre una intensa actividad convectiva en la zona, asociada a nubes del tipo cumulonimbus —frecuentemente ligadas a tormentas eléctricas y granizos— el fenómeno evolucionó en condiciones que también pueden derivar en tornados o trombas marinas. El evento, clasificado como tornado categoría EF1 en la escala de Fujita Mejorada, demostró que este tipo de amenazas, aunque poco comunes, no son ajenas al territorio nacional.
Según registros históricos, Chile ha experimentado tornados desde la época colonial, especialmente en el tramo comprendido entre las regiones de Ñuble y Los Lagos, zona donde también se produjo el evento de Puerto Varas. Casos como el tornado de Talcahuano en mayo de 2019 confirman que se trata de una amenaza real, aunque muchas veces subestimada.
A diferencia de otras amenazas naturales como terremotos o tsunamis, frente a las cuales la población sabe cómo actuar, no existe suficiente preparación ciudadana ni institucional para enfrentar tornados. En Chile no se cuenta con refugios adecuados ni se ha promovido educación preventiva específica para este tipo de fenómenos.
Desde el ámbito académico, el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) y académico de la Universidad de O’Higgins, Raúl Valenzuela, ha advertido reiteradamente sobre la carencia de sistemas de detección adecuados. “Chile no cuenta con radares Doppler, instrumentos esenciales para detectar fenómenos atmosféricos intensos como lluvias extremas, ráfagas de viento y tornados. Cualquier sistema de alerta construido solo con estaciones meteorológicas es local y propenso a falsas alarmas”, explicó.
Valenzuela enfatiza que mientras gran parte del hemisferio norte —y países vecinos como Argentina o Brasil— ya cuentan con estos sistemas, Chile y Bolivia son los únicos de la región que aún no los implementan. Incluso recordó que, en 2019, tras una serie de tornados en la Región del Biobío, se anunció la creación de una red nacional de radares meteorológicos, iniciativa que fue paralizada debido al estallido social y la posterior pandemia.
Desde 2017, un grupo de científicos y profesionales ha impulsado la campaña #UnRadarParaChile, que busca concientizar sobre la necesidad urgente de incorporar esta tecnología, no solo como herramienta científica, sino como parte esencial del sistema nacional de protección civil.
Con los efectos del Cambio Climático alterando patrones climáticos y aumentando la frecuencia de eventos extremos, la implementación de radares meteorológicos se vuelve una prioridad estratégica para reducir el riesgo de desastres y proteger a la población.