Una herida que no cicatriza, sensación de pesadez en las piernas o dolor al caminar pueden parecer molestias menores, pero podrían ser síntomas de una afección seria y crónica: las úlceras venosas (UV). Este tipo de lesión afecta a más de 40 mil personas en el país, según cifras de la Fundación Instituto Nacional de Heridas.
Las úlceras venosas son heridas abiertas que se desarrollan generalmente en la parte inferior de las piernas, producto de trastornos en el retorno venoso, y cuya recuperación puede ser prolongada y compleja. Se consideran crónicas no solo por durar más de dos semanas, sino también por la dificultad para cicatrizar, asociada a infecciones, diabetes o problemas vasculares.
“Detectar los signos de alerta y contar con un diagnóstico profesional temprano es clave para evitar complicaciones”, advierte Anyfer Espinoza, enfermera y Clinical Specialist de Solventum.
Síntomas frecuentes
Los principales signos que pueden alertar sobre una úlcera venosa incluyen:
- Hinchazón persistente y sensación de pesadez en las piernas.
- Pulsos perceptibles en pie y tobillo.
- Cambios de color en la piel, tornándose oscura o rojiza.
- Bordes irregulares con exudado moderado o abundante.
Tratamientos actuales
El manejo de las úlceras venosas requiere un enfoque integral, combinando distintos métodos terapéuticos:
- Compresión: Vendajes multicapas, como el sistema 3M Coban 2 de Solventum, mejoran el retorno venoso sin afectar la movilidad.
- Cuidado local: Incluye limpieza con solución fisiológica, uso de apósitos con tecnología avanzada, desbridamiento del tejido desvitalizado y protección cutánea.
- Farmacoterapia: Medicamentos para mejorar la circulación como pentoxifilina o flebotónicos, y antibióticos en caso de infección.
- Manejo del dolor: La actividad física ligera y la elevación de las piernas ayudan a reducir molestias. Si el dolor es intenso, se debe consultar a un profesional.
- Terapias avanzadas: Como injertos de piel bioingeniería o terapias de presión negativa.
- Cirugía: Procedimientos como la escleroterapia o la ablación láser pueden eliminar venas afectadas y deben ser realizados por especialistas certificados.
Prevención y autocuidado
La especialista enfatiza en la importancia de adoptar hábitos preventivos:
“Caminar a diario, elevar las piernas, usar calcetines compresivos, controlar enfermedades crónicas como la hipertensión, mantener una buena hidratación e higiene de la piel con productos adecuados son prácticas fundamentales para prevenir y manejar esta afección”.
El abordaje temprano y la educación en autocuidado resultan esenciales para mejorar la calidad de vida de los pacientes y evitar que estas lesiones se agraven o cronifiquen.