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Ciclemundo recorre la Región de O’Higgins con su perro Balú como fiel compañero

Marcelo Agüero, conocido como “Cantinflas”, continúa su travesía por Chile y Sudamérica a bordo de su bicicleta, siempre acompañado por su inseparable perro Balú.

En una inusual pero inspiradora historia de aventura, Marcelo Agüero González —más conocido en las rutas como “el Ciclemundo” o “Cantinflas”— ha llamado la atención de quienes lo ven recorrer caminos con su bicicleta, en cuya parrilla trasera viaja cómodamente sentado su fiel perro Balú.

Su travesía comenzó en 2020, cuando tomó la decisión de dejar atrás la rutina para explorar diversos países sobre dos ruedas. No quería hacerlo solo, y fue entonces cuando Balú llegó a su vida. Desde entonces, ambos han pedaleado juntos miles de kilómetros, desde Puerto Montt hacia el norte, cruzando fronteras hasta llegar a Brasil, Uruguay y Paraguay, para luego regresar a Chile cruzando la cordillera de Los Andes.

Durante los últimos días, Ciclemundo ha sido visto recorriendo la Región de O’Higgins. Tras su paso por Santiago, siguió rumbo sur hasta llegar a San Fernando, donde optó por tomar la Ruta hacia la costa, con destino a Pichilemu. El pasado martes arribó a la comuna de Placilla, donde encontró un lugar para descansar junto a su perro, antes de continuar su ruta este miércoles 16 de julio rumbo al litoral.

Balú, siempre equipado con lentes para proteger sus ojos del viento y el sol, además de unos pequeños zapatos especiales para sus patas, se ha convertido en parte esencial de la aventura. “Siempre va conmigo. Es mi compañero, mi regalón, y compartimos cada descanso, cada comida y cada amanecer en ruta”, relata Marcelo.

En conversación con uno de los equipos de música y noticias durante una de sus paradas, Cantinflas compartió algunos detalles de su viaje:

—¿Cuántas horas pedaleas al día?

—La verdad, hasta que me canse. Pero en promedio pedaleo unas seis horas.

—¿Cómo lo haces para dormir?

—Llevo un saco de dormir para mí y también uno para Balú. Además, siempre llevo su comida.

—¿Cuánto te demoraste entre cruzar Los Andes y llegar a Colchagua?

—Fueron cuatro días pedaleando.

—¿Cómo te recibe la gente en las ciudades?

—Algunas personas, al vernos y saber quién soy, me ofrecen un lugar donde descansar. Yo no soy una mala persona, solo soy un aventurero que viaja con su perro.

—¿Y después de Pichilemu, qué viene?

—Seguiré por la costa hacia el sur, hasta volver a mi tierra.

—¿Cuándo crees llegar?

—No lo sé con certeza, pero espero llegar a fin de año. Siempre acompañado de Balú, mi compañero de aventuras.

La historia de Ciclemundo y Balú no solo habla de kilómetros recorridos, sino de libertad, cariño y una forma diferente de vivir la vida. Una aventura sin destino fijo, pero con la firme convicción de seguir pedaleando hacia nuevos horizontes.

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