Este martes se confirmó el fallecimiento de José Alberto “Pepe” Mujica Cordano, expresidente de Uruguay, a los 89 años. Mujica, quien en abril de 2024 había revelado públicamente que padecía un cáncer de esófago, enfrentó la enfermedad con un tratamiento de 32 sesiones de radioterapia. Aunque inicialmente mostró mejoría, en enero de 2025 anunció que el cáncer se había propagado al hígado y que no existía posibilidad de cura.
“El cáncer en el esófago me está colonizando el hígado. No lo paro con nada”, señaló en una de sus últimas entrevistas al semanario Búsqueda, con la honestidad y serenidad que lo caracterizaron durante su trayectoria.
José Mujica fue una de las figuras políticas más emblemáticas de América Latina. Presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, es recordado no solo por su rol institucional y los avances sociales de su gobierno, sino también por su estilo de vida austero y su cercanía con la ciudadanía.
Nacido el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, Mujica tuvo una vida marcada por la lucha política. Se inició en el Partido Nacional, pero su rumbo cambió radicalmente cuando en 1964 se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN), organización guerrillera de izquierda. En ese marco fue detenido en varias ocasiones, permaneciendo en prisión durante 14 años, hasta su liberación en 1985, tras la recuperación democrática del país.
Desde entonces, su camino tomó un nuevo impulso. En 1989 cofundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), dentro del Frente Amplio, siendo electo diputado ese mismo año y posteriormente senador. En 2005, bajo el primer gobierno del Frente Amplio, fue designado Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca por el presidente Tabaré Vázquez.
Su candidatura presidencial fue respaldada por una amplia mayoría del Frente Amplio, y en noviembre de 2009 venció en segunda vuelta a Luis Alberto Lacalle, asumiendo el poder el 1 de marzo de 2010. Durante su mandato, se aprobó la ley de interrupción voluntaria del embarazo y se implementaron políticas sociales que permitieron que más de 850 mil personas salieran de la pobreza.
Pero más allá de las cifras, Mujica dejó huella por su estilo de vida: vivía en su chacra, se desplazaba en un Volkswagen Beetle, y promovía valores de humildad, respeto y reconciliación. “No tengo religión, pero soy casi panteísta: admiro la naturaleza”, expresó en una entrevista a la BBC.
Tras dejar la presidencia, volvió al Senado y en 2020, en medio de la pandemia, renunció a su cargo legislativo. En su discurso de despedida, dejó reflexiones que hoy resuenan como legado: “El odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. El odio es ciego, como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye”.
José Mujica fallece dejando una impronta inconfundible en la historia política de Uruguay y del continente. Una vida de luchas, transformaciones y convicciones profundas que, más allá de las controversias, lo consolidaron como una figura admirada y respetada a nivel global.