La organización busca reformas profundas mientras lidia con deudas millonarias, recortes y un debilitamiento del multilateralismo
NACIONES UNIDAS, ESTADOS UNIDOS – A 80 años de su fundación, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) atraviesa la crisis financiera más severa de su historia. La falta de aportes regulares de los Estados miembros, los recortes estadounidenses y el creciente debilitamiento del multilateralismo han puesto a la institución frente a lo que altos funcionarios califican como un “reto existencial”.
El secretario general, António Guterres, reconoció que la ONU fue diseñada para enfrentar problemas del siglo XX y que hoy necesita una transformación estructural. En marzo presentó la iniciativa ONU80, un plan que propone recortar US$600 millones del presupuesto para 2026, reducir casi 3.000 puestos laborales y trasladar parte de las operaciones desde Nueva York y Ginebra hacia ciudades más económicas como Nairobi, Bangkok, Valencia o Brindisi.
La situación se complica con la deuda acumulada de Estados Unidos, que debe más de US$430 millones del presupuesto general de 2024 y ha notificado que dejará de financiar al Consejo de Derechos Humanos. Este recorte impacta directamente a agencias humanitarias como el Programa Mundial de Alimentos, UNICEF y servicios en países en conflicto, donde ya se reportan interrupciones en programas de salud, educación y asistencia básica.
Expertos advierten que la fragilidad financiera se arrastra desde hace años. El economista Juan Ortiz del Observatorio del Contexto Económico UDP explicó que el sistema de contribuciones depende en gran medida de Estados Unidos y China, que representan el 42% del presupuesto ordinario, pero ambos presentan atrasos. En tanto, el investigador Carlos Smith del CIES-UDD sostuvo que el debilitamiento del multilateralismo y la priorización de agendas internas por parte de los Estados “pueden derivar en un escenario caótico” si no se logra reforzar la cooperación internacional.
En paralelo, la 80ª Asamblea General se desarrolla esta semana en Nueva York con la participación de líderes de todo el mundo, incluido el presidente chileno Gabriel Boric. La cita tiene además un componente político especial: el escenario para la eventual postulación de Michelle Bachelet a la secretaría general de Naciones Unidas, cargo que quedará vacante en 2026.