La península de Kamchatka vive una inédita reactivación volcánica tras el potente terremoto de magnitud 8,8 que azotó el Lejano Oriente ruso la semana pasada.
La erupción nocturna del volcán Krasheninnikov, ubicada en la península de Kamchatka, ha sorprendido a la comunidad científica internacional por tratarse de su primera actividad eruptiva en varios siglos. Según el Global Volcanism Program (GVP) del Smithsonian, la última erupción habría ocurrido hace 475 años, mientras que el Programa de Respuesta a Erupciones Volcánicas de Kamchatka (KVERT) sitúa el evento previo hacia 1463, lo que implicaría un período cercano a 600 años sin actividad.
Relación con el terremoto de magnitud 8,8
Especialistas no descartan que este fenómeno esté vinculado con el terremoto de magnitud 8,8 registrado el miércoles pasado, el más potente en la región desde 2011. El sismo generó alertas de tsunami en el Pacífico, desde Japón hasta Chile y la Polinesia Francesa, y dejó severos daños en Rusia, incluyendo la destrucción parcial del puerto de Severo-Kurilsk y la inundación de una planta pesquera.
“Esta erupción podría estar relacionada con el potente terremoto del miércoles que provocó alertas de tsunami en lugares tan lejanos como la Polinesia Francesa y Chile”, explicó Olga Girina, jefa del Equipo de Respuesta a Erupciones Volcánicas de Kamchatka, en el canal oficial de Telegram del Instituto de Vulcanología y Sismología.
Las autoridades rusas informaron que la columna de ceniza se desplaza hacia el este, en dirección al océano Pacífico, sin representar peligro para poblaciones ni grupos turísticos, ya que no hay asentamientos en la trayectoria de la nube.
La reactivación del Krasheninnikov ocurre a pocos días de la erupción del Klyuchevskoy, el volcán más activo de la región y el más alto de Eurasia. Ambos episodios, sumados al reciente terremoto, configuran una secuencia de fenómenos naturales que ha puesto en máxima alerta a los servicios de monitoreo geológico.
Contexto histórico y magnitud del sismo
El terremoto del miércoles, considerado uno de los más intensos jamás registrados en el área, es el más fuerte desde el terremoto de magnitud 9,1 que golpeó Japón en 2011, causando más de 15.000 muertes. En el caso ruso, las autoridades informan de daños considerables en infraestructuras costeras, aunque los sistemas de alerta temprana permitieron evacuar a millones de personas en zonas de riesgo.